Al comienzo de la campaña electoral española de 1982 y a pesar de que los sondeos eran claramente favorables al Partido Socialista frente a una Unión de Centro Democrático en proceso de desmembramiento, los socialistas no las tenían todas consigo.
En las elecciones municipales celebradas pocos meses antes, a pesar de los excelentes augurios y de un resultado nítidamente favorable, no habían alcanzado todos sus objetivos, un hecho que les llevó a verse obligados a pactar con el Partido Comunista de Santiago Carrillo para hacerse con los gobiernos de las principales ciudades españolas. Y eso era algo que no podía volver a suceder.
Ante esa tesitura y la bisoñez de su aparato de comunicación, la dirección del PSOE tomó una decisión histórica, poner su campaña en manos de un experto en marketing que venía del mundo comercial, un especialista que les ayudó evolucionar la vieja propaganda heredera de la lucha contra la dictadura franquista en una comunicación moderna en la que la principal clave fue una estrategia de rejuvenecimiento de la marca PSOE apoyada en un candidato a quien se entendía cuando hablaba y que respondía a las necesidades históricas del país: Felipe González.
El resultado de todos estos factores dio como resultado que los socialistas alcanzaron con un 48% de los votos y 202 diputados, la mayoría absoluta del parlamento, un porcentaje de voto nunca superado en los más de 40 años de democracia.
Mucho ha llovido desde 1982 y mucho ha evolucionado la comunicación política en España desde entonces, un país en el que dada la multiplicidad de elecciones y lo competido de las mismas, ha eclosionado todo un sector empresarial altamente especializado con decenas de empresas y centenares de profesionales que han elevado tanto el oficio electorero que hoy en día sería impensable que un partido político español, si quiere ganar sus elecciones, contrate a un especialista en marketing convencional.
De hecho, lo que está sucediendo es exactamente el proceso inverso, las compañías y profesionales que nos dedicamos a la comunicación política estamos tan acostumbrados a enfrentarnos a campañas complejas, rivales imposibles, gestiones de crisis potencialmente explosivas y elecciones a todo o nada que los antes lejanos mundos de la comunicación institucional e incluso la comercial, al menos en España, están comenzando a llamar nuestra puerta para que nos hagamos cargo del desarrollo de sus marcas, productos, campañas comerciales y crisis reputacionales.
Por supuesto que no es lo mismo planificar y ejecutar una campaña electoral que asesorar a una empresa eléctrica sobre cómo realizar un rebranding de su marca o a un gobierno sobre cómo proyectar su imagen para atraer inversores y turistas, pero las técnicas y procesos que llevamos décadas experimentando son tan sólidos, contrastados, tecnologizados y vanguardistas que, cuando se arriesgan a encargarnos esos trabajos, siempre hemos sido capaces de marcar la diferencia.
Y ya va siendo hora de atreverse ¿No creen?
“No es lo mismo planificar y ejecutar una campaña electoral que asesorar a una empresa eléctrica sobre cómo realizar un rebranding de su marca o a un gobierno sobre cómo proyectar su imagen para atraer inversores y turistas”.
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